Algo Que Resaltar

Los árboles no necesitan a los hombres... Tiremos árboles y dejemos libros que hablen del hombre... O, en su defecto, un montón de chatarra ...

viernes, 24 de abril de 2009

LA ANGUSTIA DE LAS INFLUENZ(I)AS

Por si fuera poco lo que ya nos cargaba encima la crísis mundial económica, llegan más.

J. G. Ballard se nos fue, aunque no de la noche a la mañana; de hecho ya había dicho aguas va, pero por aquí (en este país) pocos lo oímos, porque aquí, en la red, ya es algo de todos conocido: el señor de los panoramas en ruinas, de los astronautas melancólicos, el amo de erotismo automotor, apenas plasmado por Cronnenberg en esa película que me hizo recordar viejas escenas a la Silvia Kristel, pareció contagiarse de su Nueva Carne, de la caótica y desde hacía algunos años luchaba contra uno de los tantos villanos invisibles que pueblan nuestras poco globalizadas aldeas terrenales, contra un maldito cáncer de colon que al fin le ganó la guerra.

Malditos supervillanos, visibles o invisibles. Hoy tenemos un héroe menos y a algunos nos dejó sin su escritura, pero con la maldita angustia de la influencia que sus viejos escritos siguen haciendo más y más grandes.

Pero ahí no se acaba el cuento, porque la influenza porcina caba de arribar a estas tierras y hace rato, mientras viajaba en el camión, un leve estornudo debido a la falta de cigarros, hizo que una señora me echara unos ojos que envidiaría de la mejor mira laser en cuanto a fulgor.

Otro supervillano recorre estas tierras. Otro producto de la Nueva Carne, menos gore y poética que la de Cronnenberg, anda buscando con quién entrar en duelo. A ver cuántos caemos ante su gatillo; a ver cuánto nos incomoda a quienes añorábamos la llegada de este fin de semana; ese esperado y prometido descanso.

Supongo que yo veré mi viejo VHS de Cronnenberg y luego reeleré la parte correspondiente en la Exhibición de las Atrocidades, mientras miro las atrocidades que hagan los noticiarios.

Y si pueden, gocen más, antes de volver.

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