Aunque ya a todo mundo le valga sombrilla en términos prácticos la tan mentada contingencia sanitaria y el A/H1N1, aunque todo mundo quiera pretender que nada pasa, sucede que ningún ánimo anda del todo bien. Sospechas vienen y van. Las conspiranoias crecen.
Por eso y porque creo en la terapia de Shock, hace ya varios días que planeaba ponerles unos cuantos avances de video de mi tema favorito, de ese género que a muchos sigue haciendo espumar de rabia: zombis, en versión oriental para seguirme la corriente a mí mismo, para acabar de mostrar algo de lo mucho que aquel pueblo sigue haciendo con el arte y la realidad.
En la Langosta me quejaba de los críticos de cine que sólo aceptan cosas aburridas. A ellos, supongo que ni siquiera les pasa por la cabeza revisar el cine de terror de Japón, China o Corea; supongo que bastante tuvieron con Godzilla, con King Kong contra Mecakong y largometrajes parecidos. Pero este post no va para ellos, va para nosotros, los que vivimos en un país que produjo de la manera más descarada posible películas del Santo y que tuvo a un director como Juan Orol.
Para nosotros es y para ilustrar parte de las paranoias. Por la mañana, en el microbús, camino al trabajo, escuché una teoría en un noticiario de radio que aseguraba un origen humano para el A/H1N1 (la Jornada lo respalda, no con las mismas palabras); un frankenstein microscópico que no se sabe si se salió de control o si lo soltaron a propósito.
Algo parecido ronda siempre las películas de zombis, no me acuerdo desde cuando; pero quienes hemos jugado videojuegos sabemos de Umbrella Corp. Quienes vemos películas, sabemos de más. Japón, por muy lejos que esté, anda en las mismas. Va este ejemplo:
Conspiración transnacional o colaboración internacional. La película vale la pena mirarse en todos sus excesos.
Pero no es la única, y aunque no habla de zombis, si un poco de frankensteins y fuerzas policiacas exageradas para contener un problema surgido desde el gomierdo (diría Farmer) mismo:
Y claro, tampoco podía faltar el gran heredero americano del cine oriental: Robert Rodríguez y su Planet Terror.
Cualquier película de zombis va más acorde a estos tiempos que mirar La Amenaza de Andrómeda o cualquiera de las otras porquerías sobre epidemias que se andan proyectando en cable en estos días.
Véanlas, ríanse y piénsenle un poquito, por mi parte, seguiré usando cubrebocas, por mera exigencia laboral y también, quién puede negarlo, por mera precaución.
Y si pueden, gocen más, antes de volver.
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